domingo

el chalten

Este primer tramo de la ruta 40 fue amistoso y rápido, y llegamos a la capital nacional del treking para acampar en el camping agreste ‘confluencia’. Lo característico de esta comuna son los senderos para caminar y que podés tomar agua de cualquier río, arroyo o lago porque el agua es potable y no está contaminada; es por eso que te piden que no laves cosas en los ríos y que las necesidades las hagas a más de 100 pasos de los cursos de agua y lo entierres, tal como hacen los gatos.
Al día siguiente nos despertamos, compramos medialunas para desayunar, cargamos el almuerzo en la mochila y partimos hacia ‘laguna de los tres’, un sendero que estipulaba 4 horas de caminata, pero lo hicimos en tres. Pero allí el problema fue el clima, la última trepada la hicimos contra vientos muy fuertes y lluvia que pegaba en la cara y dolía. Pero todo ese sufrimiento tuvo recompensa, el lugar era soñado, el gris del cielo contrastaba con el verde de la laguna, el blanco de la nieve y el marrón de las rocas; al fondo el glaciar y los picos lejanos. Solo faltó que el ‘fritz roy’ se asome, pero eso no restó mérito a la belleza innata de ese maravilloso lugar.
La vuelta fue más tranqui, con almuerzo y secada en un refugio de montaña y vuelta tras los pasos entre bosques en los cuales se pudo haber inspirado Tolkien para su ‘señor de los anillos’; praderas verdes, laderas amarillas y ríos azules y naranjas. Para terminar de secarnos y darnos un baño caliente buscamos hostel y al no encontrar terminamos en un camping, el cual era familiar y con gente argentina con la cual compartimos nuestra cena.
Cuando nos fuimos a dormir miramos hacia arriba y pudimos apreciar las infinitas estrellas que nos regaló el cielo de El Chalten, una vista incomparable para despedirnos de la creciente localidad turística.
Una helada noche hizo que descansáramos mal y de forma interrumpida, pero al asomar los primeros rayos de sol arrancamos la camioneta y partimos hacia nuestro encuentro con la ruta 40.