domingo

el bolson - PN lago puelo

A la tarde llegamos a El Bolsón y nos sorprendió la cantidad de mochileros que había en la plaza o parque de la ciudad. En esta ciudad para algunas cosas es como que el tiempo se detuvo en los 60’, es la ciudad hippie por excelencia y muchos jóvenes la eligen por ese motivo para sus vacaciones. Como no teníamos ganas de buscar alojamiento nos dirigimos hacia el PN ‘lago puelo’ y una vez allí entramos a uno de los dos camping organizados que están dentro del PN.
Estaba lleno de mochileros hippies. Todo era como una gran comunidad, fogones prendidos, música diferente sonaba en cada una de las tantas guitarras que tenían nuestros vecinos, gente caminaba y sin conocerse se saludaban y entablaban rápidamente conversaciones; y todo eso se potenció al caer la noche, fue como si la oscuridad cubriera todo con un gran manto de impunidad mezclado con amistad y buena onda. La gente invitaba a uno a los fogones al grito de “…sabes cantar algo? Venite!...” y uno se podía sumar a la ronda, aportando alguna cerveza o solo su voz y buena onda. Nosotros nos tomamos una cerveza en la proveeduría escuchando un grupo local, compartimos otra con un grupo de por ahí y nos fuimos a dormir escuchando canciones a nuestros costados. La mañana fue diferente, todos dormían y los envases de cerveza, botellas de vino y paquetes de cigarrillos yacían junto a las cenizas de los tantos troncos que habían ardido durante la noche, nosotros arrancamos la camioneta y nos fuimos a caminar por un sendero que llevaba al ‘cajón del río azul’. Llegamos al mismo tras tres duras horas de caminar por senderos angostos, pasarelas sobre los ríos y bosques muy tupidos. El famoso accidente geológico son dos rocas que no se tocan y están a unos 35 metros del río, el cual se ve desde un precario puente de troncos, algo muy lindo y curioso. Luego de estar allí charlando con unos muchachos que hacían descensos en rapel, nos fuimos a tirar al río desde una roca y a comer sobre una piedra que nos permitió dormir una pequeña siesta al sol.
La vuelta hacia la camioneta fue dura y cansadora, encima nos quedaban 122km hacia Bariloche, ciudad que llegamos de noche y fuimos directo a la casa de Walter.


bariloche

La primera noche en Bariloche salimos a comer unas pizzas y tal cual habíamos arreglado la noche anterior, allí se nos sumaron Ele y Mariano, quienes venían proveniente de Las Grutas y decidieron cruzar la patagonia para ir a tomar unas cervezas con nosotros.
Al día siguiente fuimos a caminar un rato por el centro y fuimos a comer unos sándwiches frente al Nahuel Huapi y cerca del Llao-Llao, seguimos recorriendo en una especie de city tour y nos separamos; Poldi y yo nos fuimos a comer a la casa de Walter y los chicos a su hostel, quedamos en encontrarnos en una noche de boliche.
Al día siguiente Mariano se fue a Esquel y los que quedamos nos fuimos al ‘cerro tronador’. Tras un sinuoso camino de ripio llegamos a la base y descubrimos su imponente masa de piedra, una belleza que lleva los ojos por toda su estructura para terminar admirando su nieve y hielos en la cumbre. Subimos hasta lo permitido y pudimos estar bien cerca de una gran cascada llamada ‘garganta del diablo’ donde comimos hasta que tuvimos que volver por orden del guardia parque, ya que estábamos ubicados donde no estaba permitido. Nos quedamos sentados bien tranquilos hasta escuchar al cerro tronar y por suerte solo tuvimos que estar callados unos 5 minutos, ya que nos regaló un estruendo que sacó aplausos en la platea.
Regresamos a la casa de Walter para comer un nuevo asado, otro manjar cuya autoría se divide entre Poldi y Ele, quién esa noche durmió con nosotros.
Al día siguiente a la tarde, luego de un día de playa, los chicos se separaron de nosotros para volver a Rosario y nosotros nos fuimos con Walter a un pub irlandés a cenar y tomar algo para despedirnos de la ciudad de los estudiantes.